Tener espacios preferenciales en las grandes capitales del mundo, para comerciar productos de lujo no es algo que a nadie le extrañe.
Vender objetos cuyo valor está fuera de la imaginación del ciudadano común, creemos, paga por sí mismo el espacio privilegiado.
Es la situación de locales de joyas, en edificios espectaculares, con valor inmobiliario en cifras que un simple cronista como yo ni siquiera puede suponer.
En la era de las comunicaciones todo se sabe o si no, se inventa, dicen algunos, de manera que hay mucha información que a veces por sus ramificaciones nos asombran y hasta decidimos rechazarlas.
Hace poco se ha estado publicando en diferentes medios un listado de la propiedades que pertenecen al Vaticano, uno de los imperios inmobiliarios más poderosos del mundo, aunque algunos le asignan un poder eclesiástico.
Si hablamos de calles comerciales famosas, encontraremos el nombre de New Bond Street en Londres, y otras asientos en ese país como la Plaza de Saint James, Pall Mall, con valores inmobiliarios estratosféricos, donde toman asiento marcas como Bulgari, joyería de calidad a precios de millonarios, cuyos locales pertenecen al Vaticano.
El origen de la fortuna en propiedades del Vaticano, tiene su origen en el régimen de Mussolini, quien transfería bienes estatales al papado a cambio de confirmación del régimen fascista.
Mussolini, el fascismo, casi todo obsoleto, las propiedades aumentando y creciendo en valor. No por nada terrenos y edificios son la fuente de la riqueza del Vaticano; tema que reveló la famosa tercera zaga de la trilogía El Padrino.
El valor internacional de la estructura inmobiliaria del Vaticano está por encima de los 3 dígitos en millones de euros, montos que apenas se conocen debido a la discreción y tácticas evasivas de la organización para revelar la fuente de sus ingresos.
Semejante capital le dio la oportunidad de aprovechar la burbuja inmobiliaria en Europa, especialmente la que asoló en el 2006 el mercado del Reino Unido, en un mercado deprimido, el valor de las propiedades y el efectivo, le dio al Vaticano todo lo necesario para hacerse de edificios, locales y todo tipo de emprendimientos de lujo en espacios privilegiados.
Maestra en desviar la atención de sus negocios, recientemente se ha publicado en los medios el descubrimiento de la relación entre las fortuna del Vaticano y Mussolini, pues una larga cadena de empresas fueron el invisible camino que lleva desde uno a otro.
No es que estos secretos estén a disposición del público, sino que se va descubriendo mediante las relaciones de los agentes que intervienen en el proceso de gestión de compra y venta, ex miembros de bancos, católicos, con relación estrecha con la cúpula papal, son algunos de los indicios más elocuentes.
La investigación que llevan adelante algunos diarios, dan cuenta de asociaciones entre empresas de diferentes países, con lugar de operaciones desde New York, financiamiento de bancos Suizos y administración de conocidos personajes en traje de Obispo.
El asunto sacó a la luz una vieja acusación al Vaticano, por parte de los aliados de participar en tratos contrarios a los intereses de Estados Unidos y el bloque contra Hitler, como participaban de ello funcionarios británicos, resultó complicado en su momento para Inglaterra su participación en la guerra contra el fascismo.
Aunque se conoce mucho más de lo que se publica, sabemos que es poco probable que el Vaticano sufra alguna vez las consecuencias de sus actos.
Si tenemos en cuenta el largo historial de crímenes que se esconden detrás de la institución, desde abuso de adolescentes, pedofilia, asesinatos, los manejos financieros oscuros probablemente se conviertan en una anécdota de bar, sin consecuencias para los actores.
La tradición del silencio le queda corta al Vaticano, a la larga, todo se sabe, sin embargo, como no parece que sufran ninguna consecuencia con el hábito de acumular viene inmuebles en tratos de dudosa moral y ética, parece que no tienen nada de qué preocuparse.